
Abrir el diseño a la comunidad. Fase 2.
Fase 2 – Composición del Kit de Campo
¿Qué es la etnografía y por qué me sirve para investigar este espacio?
La etnografía es una forma de investigar basada en observar, escuchar y convivir con las personas dentro de un contexto real. No es solo hacer preguntas o recoger datos, es estar presente, ver cómo se relacionan, qué hacen, cómo usan el espacio, qué valoran y cómo dan sentido a lo cotidiano. Es una manera de mirar para comprender desde dentro, sin imponer ideas previas.
Desde la antropología del diseño, esta perspectiva es clave. Nos permite entender el diseño como algo que vive en la práctica, en la experiencia de las personas, en sus cuerpos, emociones, vínculos y costumbres. Observar cómo las personas habitan un espacio, cómo lo hacen suyo o cómo lo rechazan, nos ayuda a repensar qué significa “diseñar bien”.
¿Cómo adapto esto al contexto de “El Otro Espacio Joven”?
Como conté en la fase anterior, este proyecto se desarrolla en un espacio donde se reúnen jóvenes con discapacidad intelectual los sábados por la tarde. Es un entorno pensado para el ocio, el encuentro y la expresión, creado por una asociación de familias del pueblo. Mi hermana participa en este grupo, lo que me da una conexión directa y una forma de acercarme desde la empatía y el respeto.
Sin embargo, este espacio también abre una pregunta importante desde el punto de vista del diseño: ¿por qué debe existir “otro” espacio para estos jóvenes? ¿Qué barreras impiden que compartan el mismo espacio con otros adolescentes? A partir de esta duda, quiero construir mi investigación. Por eso, he creado un kit de campo flexible, sensible y adaptado al contexto, que me ayude a observar, escuchar y reflexionar sobre estas dinámicas.
Herramientas del kit de campo
1. Cuaderno de campo
Herramienta principal para tomar notas durante mis visitas: qué actividades se hacen, cómo se organiza el espacio, cómo se mueven y relacionan los jóvenes, cómo interviene el monitor. También anotaré dudas e ideas que surjan sobre la marcha. Escribiendo a mano estaré más presente y atenta.
2. Mapas del espacio
Dibujaré esquemas del lugar: distribución de las mesas, juegos, dónde se sitúan las personas, zonas activas o más vacías… Esto me permitirá ver si el diseño del espacio favorece o limita interacciones.
3. Fotografías (autorizadas)
Si tengo autorización del monitor y las familias, haré fotos de objetos o rincones (nunca personas sin consentimiento). Quiero documentar el tipo de materiales que hay, cómo se personaliza el espacio, qué objetos generan más actividad…
4. Conversaciones y entrevista al monitor
Considero importante hablar con el monitor que coordina el espacio. Incluyendo una entrevista informal para conocer su punto de vista: cómo ve el funcionamiento del grupo, qué necesidades detecta, qué diferencias nota respecto al “Espacio Joven” convencional. También espero poder hablar con alguna madre o padre si surge de manera natural.
5. Actividades participativas
Para que los jóvenes también puedan expresar su punto de vista de forma accesible y libre, prepararé:
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Tarjetas con preguntas sencillas como “¿Qué te gusta hacer aquí?” o “¿Qué cambiarías del espacio?”.
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Materiales para dibujo: podrán dibujar su rincón favorito, una actividad que les gusta o cómo se sienten.
Estas actividades serán opcionales y se ofrecerán con mucho cuidado. La idea no es evaluar, sino abrir un canal diferente para escuchar.
6. Diario reflexivo
Además de observar lo que pasa fuera, también quiero observar lo que me pasa a mí. Anotaré cómo me siento, qué me sorprende, qué me resuena o emociona. Así seré más consciente de mi mirada, mis vínculos y mis límites como observadora, hermana y diseñadora.
¿Cómo usaré el kit?
Si el calendario lo permite, haré una primera visita de reconocimiento para observar y tomar contacto. Luego asistiré 2 o 3 veces más, combinando observación participante con algunas de las herramientas mencionadas. Después de cada visita, organizaré el material recogido: notas, esquemas, dibujos, fotografías, conversaciones. Así detectaré patrones, contradicciones y oportunidades de diseño.
¿Por qué es útil este kit?
Porque no parte de una idea abstracta de “investigar”, sino de estar, mirar y escuchar con respeto. Me permitirá entender cómo se vive este espacio en lo cotidiano, desde las emociones y relaciones reales. Y eso, al final, es lo que más nos interesa: cómo el diseño se entrelaza con las personas, sus historias y sus necesidades.
Al final es una herramienta para mirar desde dentro, con los pies en el suelo y escucha abierta. Y desde ahí, pensar en otras formas de diseñar que no se basen en “separar para proteger”, sino en crear lugares para todos y todas. Porque al final, el diseño también es eso: una forma de cuidar y de construir juntos.
¿Me acompañas?
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